Si Tarsem Sihng nos mareó con La Celda y Christopher Nolan nos llevó al mundo de los sueños con Origen, ahora Danny Boyle nos mete en un laberinto sin salida pero con infinitos recovecos, y multitud de trampas y trucos para llevarnos justo a donde el quiere.
Poco importa donde esté el dichoso cuadro, mientras sepas si todo es real o simplemente se trata de una pesadilla o de un mal viaje de LSD mezclado con peyote.
Poco importa donde esté el dichoso cuadro, mientras sepas si todo es real o simplemente se trata de una pesadilla o de un mal viaje de LSD mezclado con peyote.