Nunca he sentido tanto ser un negado para los idiomas como ahora que he visto la película que el año pasado ganó el oscar: "El Discurso del Rey. Una historia de época, con esa factura inconfundible, que sólo los británicos saben lograr.
Y es que los actores ingleses siempre han conseguido transmitir su sabiduría escénica en este tipo de historias. Sea por su legado shakespearano (perdón por el palabro), que ha dado nombres ilustres a la escena y la pantalla, desde Lawrence Olivier a Kennet Branagh, o por los guiones más literarios que cinematográficos que siempre han acompañado las adaptaciones de clásicos como Jane Austen o las hermanas Bronte.
En el caso que nos ocupa, quiero destacar el trabajo actoral de todo el elenco de la película. No solo el de Colin Firth en su papel de rey tartamudo e inseguro, y de Geofrey Rush, un actor australiano quien cada vez que lo veo me gusta más, también Helena Borham Carter, en un delicioso papel muy alejado de su nueva etapa Burton, pero sin llegar al envaramiento de su anterior etapa Ivory.
Pero ahí están también Derek Jacobi, otro tartamudo famoso en su Claudio, que después de tantos años, ha conseguido envejecer con el mismo aspecto que le pusieron los maquilladores de aquella mítica serie.O Guy Pearce, otro australiano que a través de su carrera ha interpretado a personajes muy diferentes, aquí nos ofrece a un príncipe Eduardo que hace olvidar a James Fox, actor vinculado a este personaje durante mucho tiempo por su parecido físico. Pero la sorpresa fue poder reconocer en el papel de primer ministro a Anthony Andrews, aquel joven actor que acompañaba a Jeremy Irons en el Retorno a Bridesheard, ya sea por la caracterización o porque simplemente ya han pasado muchos años, le encontré muy envejecido.
En fin, como decía al principio, siento no saber ingles para poder disfrutar del trabajo de todos estos espléndidos actores con pleno conocimiento de causa.