Mientras los adolescentes americanos parece que solo piensan en el
baile de fin de curso y buscar novietes, los españoles, que son más
sufridos, se dedican a mostrar esa rebeldía que ha convertido a Hermano
Mayor en programa de éxito.
Los adolescentes ni son tan insustanciales como los americanos, ni se pasan el día enfadados con el mundo como los españoles.
Dan ganas de volver a ver una vez más Verano Azul para escapar de tanta tontería.
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