En pequeños sketch entre humorísticos y desconcertantes, Cavestany nos demuestra una vez más, como ya hiciera en su anterior trabajo: Hablando de Barcos, lo absurda y sinsentido que puede ser la vida y los malentendidos que conlleva la incomunicación entre los seres humanos
Como en toda película de episodios, el resultado es irregular. Existe partes verdaderamente hilarantes, junto a otras que te hacen pensar y algunas más a las que no he pillado el sentido (como la del señor que come a escondidas y luego no se da cuenta de que su mujer tiene otra cara).
Si tuviera que escoger me quedaría con la historia del felpudo, con Maribel Verdú y Tristán Ulloa, una posible historia de amor frustada, y la del hombre que se dedica a enseñar los movimientos esenciales de la vida (andar, beber, dormir) a personas que parece haberlos olvidado.
Podría dar lugar a una serie de humor.
Como en toda película de episodios, el resultado es irregular. Existe partes verdaderamente hilarantes, junto a otras que te hacen pensar y algunas más a las que no he pillado el sentido (como la del señor que come a escondidas y luego no se da cuenta de que su mujer tiene otra cara).
Si tuviera que escoger me quedaría con la historia del felpudo, con Maribel Verdú y Tristán Ulloa, una posible historia de amor frustada, y la del hombre que se dedica a enseñar los movimientos esenciales de la vida (andar, beber, dormir) a personas que parece haberlos olvidado.
Podría dar lugar a una serie de humor.
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