La mayoría de nosotros querría una vida de emociones con acción frenética al estilo de Michael Bay, pero seamos realistas, no pàsamos de la rutina de un Rommer cuando no del contemplativo Bergman, a lo más que podemos llegar es a alguno de los enredos tragicómicos de Woody Allen.
Pero miremos la actualidad como si fuera una película: esta crisis que vivimos llega a veces a mostrarnos escenas dignas del neorrealismo italiano de Victorio de Sica o Rossellini. Costa Gravas sería un buen director para contarnos los tejemanejes de Angela Merkel para controlar a los demás paises de europa. En el caso español, no habría que buscar demasiado: Berlanga, con guión de Azcona, como siempre.
El caso Bretón, antes que Pedro Costa lo haga suyo, lo pasaremos por el filtro de Claude Chabrol, que retrataría además del delito, toda la parafernalia que se ha creado alrededor.
Sidney Lummet o David Mamet serían ideales para seguir los enredos económicos tipo Urdangarín, Camps, Bankia, aunque pensandolo mejor, tienen demasiado categoría para ello, con Steve Sorderberg tienen bastante.
Lo único bueno que nos queda es el deporte, y para contar nuestras glorias, que mejor que el Clint Eastwood de Million Dollar Baby e Invictus o quiza el John Houston de Evasión o Victoria.
Cint Eastwood también podria realizar una nueva versión de Cazador Blanco, Corazón Negro con el rey Juan Carlos de Protagonista, aunque su familia ya parece una comedia de Pedro Lazaga con Paco Martinez Soria interpretando su papel.
William Willer podría dirigir una nueva versión de La Loba con Esperanza Aguirre en vez de Bette Davis, que también podría interpretar Eva al Desnudo con Ana Botella o ¿Que fue de Baby Jane? con Dolores de Cospedal. También estaría estupenda en Psicosis como la madre de Norman Bates, que sería interpretado por Ruiz Gallardón.
La única pena es que no se me ocurre nada que pudiera dirigir Frank Capra, pues nos han quitado toda la ilusión y ya no nos parece tan bello el vivir.
De todos modos, ahí os dejo la foto porque la Esperanza es lo último que se pierde. ¡Vaya! Me parece que no es un buen consuelo.
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