Cuatro actores en estado de gracia: Daniel Lewis, que ya nos sorprendió en la magnífica Hermanos de Sangre y en la policiaca Life, deja aquí su flema para meterse en la piel de un personaje complejo y atormentado. Claire Danes, como la agente Carrie Mathison, intuitiva y bipolar, es el otro pilar que sustenta la serie. Mandy Patikin, esta actor habitual en las series televisivas ( Chicago Hope, Tan Muertos como yo, Mentes Criminales) imprime caracter a su personaje de Saul Berenson, jefe y mentor de Carrie. Morena Baccarín, olvidando el fracaso del remake de V y su aparición en varios capítulos del Mentalista, ha encontrado su lugar en el papel de Jennie Brody, esposa del sargento vuelto del cautiverio.
A este reparto hay que sumarle un guión que nos sorprende con nuevas pistas sobre la acción y los personajes, sobre todo en esta segunda temporada en la que se desvelan secretos y aparecen otros nuevos. Todo ello presentado de forma gradual y sin forzar la historia, ni tan simplista como la mayoría de las series policiacas, ni tan complicada de otras como The Killing. La acción se mueve en una zona gris, donde no hay buenos ni malos, todo es relativo, pero si hay que buscar un malvado, aparte de los terroristas, le asignaría este papel al vicepresidente Willim Walden, interpretado por Jamie Sheridan (jefe de Goren y Eames en Ley y Orden Acción Criminal) que representa la hipocresía y falsedad de los políticos actuales, y no miro a nadie.
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