Tras la historia de amor llena de ruido y furia de A Tres Metros Bajo Tierra no esperaba nada nuevo de su segunda parte. Y en parte así es, más de lo mismo. A no ser por un nuevo personaje que anima esta historia de amores contrariados.
El personaje de Gin (Clara Lago) añade a la trama un aire más fresco, lejos del melodrama y transcendencia falsa de la primera parte, aporta alegria y libertad a la película. Ello se nota porque cuando no está en pantalla vuelve la tristeza y melancolía de la primera parte.
Lo malo es que este tono más ligero va desapareciendo para volver al dramón sin sentido en cuanto Hache (Mario Casas) vuelve a pensar en Baby (Maria Valverde)
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