Al contrario de lo que pudiera parecer, esta película no es tan mala como cabría esperar de una idea tan peregrina.
Convertir al presidente Lincoln en cazador de vanpiros mientras
construye una carrera política es, cuanto menos, un disparate histórico.
Pero obviando este "pequeño" detalle, nos encontramos ante una más que
entretenida película de acción con algunas escenas realmente
inpactantes, como la del tren cruzando un puente en llamas.
No se le puede pedir más.
La escena que citas es brutal.
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