Convertir una obra de Valle-Inclán en una película de terror cutre tiene
su mérito. Era la moda del cine español de las prostimerías del
franquismo, cuando empezaba tímidamente la apertura y el cine tocaba
temas más comprometidos. El destape y las películas de terror, así como
adaptaciones de clásico de la literatura.
Lo malo es que había pocos medios y menos presupuesto, por lo que solian
salir con poca calidad técnica: mala fotografia, montaje descuidado y
fallos de racor contínuos. Ni siquiera un profesional como Adolfo
Marsillach pudo hacer algo decente con tan escaso material.
No hay comentarios:
Publicar un comentario