Vista general de un París nevado, después, un travelling nos va acercando hasta la estación central, continúa el travelling entre los viajeros que recorren la estación hasta llegar al gran reloj que preside la sala central, detras del número 4 asoma la cara de un niño que lo observa todo.
Así comienza una maravillosa historia. Un homenaje a la literatura, al cine en general, a George Melieres en particular, y a la mágia. Esta mágia no tiene nada que ver con la que se estudia en Howarts, es la mágia que Melieres, mago antes que cineasta, supo crear en sus películas, Martin Scorcesse ha sabido plasmarla en imagenes en esta película donde se nota el espacio aún no viendola en 3D.
Lo que en principio parece una historia infantil, se convierte en algo más, un misterio, y este a su vez en poesia en imágenes. Pero no en poesía abstracta como ocurria en el Arbol de la Vida, sino en la de las fábulas y cuentos populares tan de moda ahora.
Después de que en las últimas entradas he reivindicado varias veces el cine clásico creo que aún se le puede dar al cine moderno otra oportunidad, siempre y cuando siga por este camino de volver al cine entendido como fabrica de sueños o como se le denomina habitualmente, el septimo arte.
Ah, la película de la que hablo es:
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