Tendrá su público, pero Sacha Baron Cohen no me hace ni pizca de gracia,
al igual que otros cómicos como Jim Carrie o Will Ferrell.
Es verdad que de de vez en cuando hacen algo destacable (El Show de
Truman y The Majestic en el caso de Carrie, Mas Extraño que la Ficción
en el de Ferrel). Baron Cohen demostró que puede ser un buen actor en
Swenne Todd y en La Invención de Hugo.
En esta ocasión quiere enmendar la plana ni más ni menos que a Charles
Chaplin con esta copia barata del Gran Dictador, cambiando a Hitler por
este dictador árabe, mitad Sadam Husseim, mitad Gaddaffi. Humor de mal
gusto racista y machista sin asomo de la crítica que tenía el original
(solamente en el amago de discurso final se permite un ligero rapapolvo a
la política bélica americana).
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