Lo bueno del cine español de los años 50 era el plantel de actores con
los que contaba. Sobre todo en el genero de la comédia: Una comédia
popular, algo ternurista, a veces crítica pero sin hacer sangre.
Unos actores, la mayoría secundarios, que con su sola presencia salvaban
las historias más sinples y facilonas que los tienpos y la censura
permitian.
Es el caso de estos Fulano y Mengano, Pepe Isbert y Juanjo Menendez,
estupendos los dos en su papel de expresidiarios injustamente acusados
que se tienen que buscar la vida tras sair de la carcel.
El Contrapunto entre el cinismo desesperanzado de Menendez y la ingenua
simpleza de Isbert para enfrentarse a los avatares que le depara el
destino, y el encuentro con el angel bueno de Julita Martinez,
convierten a esta película en un cuento picaresco, a veces dulce y a
veces amargo.
Si se quiere leer entre lineas, se podría encontrar algunas trazas de
crítica a esa España triste y gris de los tiempos del tio Paco.
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